Historias del campus

Se sentí­a sucia.
No pensaba que se sentiría tan mal después de hacer lo que habí­a hecho, pero es el riesgo que se corre cuando se hacen las cosas impulsivamente.
La lluvia resbalaba por su cara, estaba calada hasta los huesos, pero no tení­a intención de levantarse del banco.
En junio había suspendido Contabilidad Financiera. Con un 4,7.
Se habí­a pasado todo el verano estudiando, pero creí­a que merecía la pena. Tení­a una media de 8,3 y la iba a conservar, aunque el precio fuesen dos meses de encierro.
Cuando llegó septiembre todas sus amigas estaban morenas. Todas se lo habían pasado bien. Ella no, pero merecía la pena.
El examen no fue fácil, pero ella contestó a todo. Salió contenta.
Esa noche se fue de copas con sus amigas. Conoció a un chico agradable y quedaron en verse en tres días. "En el banco del campus, el de al lado de la fuente".
Tres dí­as después salió la nota de su examen. 4,5.
Fue a la revisión calmada, temprano, para ser la primera.
Estuvo en el despacho tres cuartos de hora. Cuando salió su cara era la misma.
Se sentó en el banco y al poco rato empezó a llover.
Cuando ya estaba empapada llegó su cita. "Es un chico muy agradable", pensaba mientras se poní­a su chaqueta.
Y mientras se alejaban del banco cogidos de la mano lo único que la hací­a infeliz era pensar que un polvo suyo sólo valía un notable.