Shining day

Pero no por el tiempo, que ha llovido casi todo el día.

Para mis costumbres habituales me he metido un madrugón de aúpa, es lo malo de ser una tardona en la ducha. Y eso que no he podido disfrutarla, porque el agua subía tan fría que, ni con el termostato al máximo he podido pasar de agua templada.

Así que con una ducha de mierda, sin desayunar y muertica de sueñe me he ido a la estación a coger el bus a Vigo.

Como ya viene siendo habitual en mí he dado la nota durante todo el viaje. Con el MP3 a tope he venido cantando en alto sin darme cuenta... (notas)

Y he llegado a la estación. Como la escena de Oficial y caballero a la gallega me he tirado encima del nene más lindo de Vigo y me lo he comido a besos. Que ganas tenía de verle...

Tras satisfacer mis necesidades de café (viciosa) y de perder un pendiente (burra) ha dado comienzo nuestra ruta turística por la ciudad.

Pero ya me salto acontecimientos, durante el desayudo le he dado al nene su regalito de Navidad (lo está disfrutando mientras escribo este post).

Íbamos a la ruta turística. Callejeando callejeando hemos llegado a Norma Comics. Como le dije a él, y repito ahora, el día que muera quiero que me incineren y esparzan mis cenizas en ese templo friki (ilusa). Nota mental: debes aumentar tu wishlist.

He visto el puerto también. La verdad es que el mar no me entusiasma. Es algo que la gente de interior contempla con éxtasis arrebolado, pero a mi me resulta indiferente, y huele mal...

Buscando un baño (y el Marca) hemos entrado en un cutrebar que me ha gustado. Debe de ser por mi afición a los antros, pero los bares cotrañosos tienen para mí un encanto especial.

He tenido el inmenso honor de montar en un Vitrasa, en el que casi me mato (patosa). Y he conocido a familiares varios.

Y por fin, con un poco de gusa ya, hemos llegado a casa. La intención era hacer la comida y echar la siesta, pero entre pitos y flautas hemos comido a las tantas. El menú: espaguetis a la Mocho. A pasar de que me habían preparado psicológicamente para la dura tarea que sería comer lo que este hombre cocina, me encontré con unos espaguetis que sabían muy muy bien. Todo un chef mi nene.

El plan de la tarde era seguir con el paseo, pero veíamos la lluvia caer y cada vez nos daba más pereza, así que ha sido un plan casero.

¿Y qué pueden hacer dos frikis enfermos y ñoños una tarde entera en casa? Pues viciar al Frets on Fire, como no. Después de días y días oyendo hablar del dichoso programita por fin lo he probado y el veredicto es: vicio puro.

Sólo una breve escapada al super y a la máquina de tabaco nos sacó de nuestra casera situación.

Mi intención era volver en el último bus a mi casita, pero unos poderosos argumentos hicieron que cambiase de opinión, y aquí me tenéis ahora.

Hemos tenido que volver a salir a por más recaditos, y tenía una sorpresa final. Me moría por ver Castrelos. Allí actuó Metallica, y yo, lamentándolo muchísimo no pude estar. Mi vena nostálgica sentimental me pedía ver el lugar donde James Hetfield cantó algunas de las mejores canciones de mi vida, y allí fuimos. A la luz de la luna, sin esperármelo, solos... Una cosa tan simple como esa es uno de los detalles más bonitos que he tenido el placer de recibir.

Ahora, recién llegados a casa, me dedico a escribir este post. El nene ha caído rendido ya. Ahora dormiré yo también, pero no antes de dejar por escrito: Gracias por este día.

Una última cosa. Mi regalo han sido cuatro libros de Asimov. Me moría por leerlos, así que gracias por eso también.

Y la postdata. Hoy llevaba una camiseta con una especie de brillantina. La brillantina la he perdido ya casi toda. Está la habitación que parece el Estudio 54, es por eso lo del día brillante :D