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28.12.06

Inocente

Contemplaba la multitud desde la pequeña ventana de la estancia. Espectantes, ávidos de contemplar el espectáculo que comenzaría en pocos minutos.

Se habían reunido gentes de todas las condiciones, vecinos que no se hablaban cuchicheaban como si ninguna rencilla les hubiese separado nunca.

Los guardias entraron en la celda y le pusieron los grilletes. Ellos lo sabían y se avergonzaban de someter a aquel hombre a semejante humillación. Era inocente. Lo había gritado durante días, pero nadie pudo o quiso hacer nada.

Escoltado por los guardias recorrió los pasillos de la fría prisión, en silencio, con el único sonido de fondo del griterío del pueblo.

Al quinto día de su encierro dejó de proclamar su inocencia. Se sumió en un silencio resignado. Se sentaba durante horas en un rincón de la celda y recordaba cada uno de los momentos de su vida que le hacían feliz.

La gran puerta se abrió y la luz del sol bañó su agarrotado cuerpo. Sintió el calor como una sonrisa macabra que le daba la bienvenida a los últimos minutos de su vida.

Habían hecho para él un pasillo de guardias. Casi le dio la risa al darse cuenta de lo absurdo de la situación.

Recorrió su pasillo de gala con la cabeza alta, flanqueado por sus guardias. Se paró al llegar al cadalso. Allí le esperaba su verdugo encapuchado.

Uno a uno subió los siete escalones. Las gentes arrojaban comida, piedras, escupían... y el seguía subiendo.

Sumisamente se colocó en el centro de la tarima y miró todo lo que le rodeaba, los edificios, el cielo azul, los niños que pedían su muerte... todo quedó registrado en su cabeza.

El verdugo lo agarró bruscamente y le puso la soga al cuello. Tenía los ojos azules, fríos como el hielo. Decían que era el mejor verdugo de la ciudad. Gran honor.

Inspiró profundamente justo antes de que se abriera la trampilla. Tuvo suerte, su cuello se rompió con la caída, había otros que agonizaban durante un tiempo infinito.

Y esta es la historia de la muerte del hombre inocente.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es por ello que exijo que se apruebe la pena de muerte...para que sigas deleitándonos con historias como esta!

Me ha molado un montón...

:)

Jacobo Cardenal dijo...

¿Ves como tienes un nefasto sentido del humor?

A ver, en esta historia ¿donde está la broma?

Anónimo dijo...

Muy buena. Una pena que puede ser verdad

Tuxina dijo...

Goldhands: Me las puedo inventar igual, sin pena de muerte. mira con los vampiros... :)

Jake: No pretendía ser una broma, era el día de los inocentes y este ha sido mi inocente :p

Céline: Una vergüenza que sea verdad... :(

Besos (x3)