BLOGGER TEMPLATES AND TWITTER BACKGROUNDS »

14.2.06

Historia de amor y desamor

Casimiro era un hombre felizmente enamorado. Mantenía relaciones desde hacía más de dos años con la criatura más maravillosa que existía en el planeta, Clotilde. Con ella había experimentado cosas que parecían olvidadas, abandonadas en el baúl del tiempo. La dulzura, las risas, la pasión...


Aprovechaba cada momento de su tiempo libre con ella, y para él, esos eran los mejores momentos del día.

Felisa, su mujer, era buena y trabajadora, se portaba bien con él, pero esos pequeños detalles que hacen que una relación funcione ya habían muerto, y él la veía más como una compañera de casa, como una socia, incluso como una madre, antes que como pareja, como esposa.

Trece años juntos y dos hijos sanos e inteligentes habían ido mellando esa relación que había empezado como un bonito cuento, lleno de proyectos e ilusiones. Con el paso de los años, esos proyectos se habían ido cumpliendo y esas ilusiones habían ido muriendo, así que Casimiro encontraba su matrimonio vacío.

Y así estaban las cosas cuando se fijó en Clotilde.

Al principio parecía una más, pero luego empezó a destacar por esas pequeas cosas que le robaron el corazón. Su inteligencia, su manera de rozarle la pierna en sus encuentros furtivos, sus ojos grandes y castaños que le miraban llenos de amor cuando le veís llegar y llenos de pena en el momento de la despedida.

Felisa no era una mujer tonta, y hacía algunos meses que sospechaba que a su marido le pasaba algo extraño. el trabajo en la granja era muy duro y sacrificado, y después de una jornada entregado a las labores propias del campo, Casimiro solía tumbarse en el sofá a descansar su espalda, resentida desde aquel día que se había caído desde lo alto del pajar, o bien se sentaba en las escaleras del porche, fumando un cigarro mientras contemplaba cómo el sol dejaba su manto anaranjado sobre la era.

Todo eso había cambiado. Ahora Casimiro salía a dar largos paseos al final de la jornada. Nunca le decía a dónde iba ni qué hacía.

Al principio ella había pensado que Casimiro iba a la tasca de Benito, en el pueblo, con lo que no le dio importancia, pero con el paso de los días vio que cada vez se arreglaba más, que no olía a cerveza cuando llegaba a casa y que su dinero para gastos no disminuía. Estaba extrañadísima, así que decidió seguirle.

Como cada día, Casimiro llegó a casa con cara de cansancio, se desnudó y se metió en la ducha. Estuvo una media hora acicalándose, y cuando salió del baño olía a una mezcla de colonia y gel de oferta del Carrefour. Se había peinado cuidadosamente y vestido con esos pantalones que tanto le gustaban. se acercó a ella, la besó en la mejilla y le dijo la frase de todos los días: "Me voy a dar una vuelta".

En cuanto cerro la puerta, Felisa se asomó a la ventana. Le vio caminar hacia el pueblo, con paso apresurado, hasta que desaperació tras los árboles del camino. Sin pensárselo dos veces, salió de casa y fue tras él.

No tardó en divisarlo, pero lo que vio la dejó más estupefacta de lo que ya estaba. Casimiro había tomado el camino del pueblo, sí, pero se había desviado y rodeaba la finca. Parecía que volvía a casa a escondidas.

Así era. Casimiro se dirigió a la entrada posterior de la finca y entró a hurtadillas en la caseta de las herramientas. Felisa no entendía nada.

A los cinco minutos vio como Casimiro volvía a salir, esta vez dirigiéndose al establo, donde volvió a desaparecer de su vista.

Cuando estuvo segura de que no la vería, Felisa también fue hacia allí. Lo que vio cuando llegó no se le borraría nunca de la memoria. Casimiro, su marido, con los pantalones bajados, con el culo al aire, follándose a Clotilde, la cabra que habían comprado en la feria de hacía dos años.

Felisa no sabía qué iba a hacer con su marido, con su matrimonio, pero lo que sí supo en ese mismo instante fue cuál sería la cena del día siguiente.

Clotilde en el apogeo de su hermosa relación de amor


Dedicado a todos los enamoraditos y enamoraditas que pululan por aquí.
Y a los que no lo están también, ¡qué coño!

6 comentarios:

Jacobo Cardenal dijo...

Es como la historia esa de Woody Allen, de "todo lo que quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar".

Tuxina dijo...

Jake: Pues no la he visto, es que a mí el cine de Woody Allen como que no...

Fuz Neviros: Pobre hombre. Seguro que todo fue una confusión. Iba caminando desnudo, con tan mala pata que se acordó de su vecina cachonda, lo que provocó una reacción corporal, pero tanto se entusiasmó con sus pensamientos, que su corazón no pudo soportarlo, fallando en ese mismo instante y derrumbándose sobre una gallina que casualmente pasaba por allí.
¿Ves como todo tiene una explicación? ;)

Batusai: Vaya hombre, menudo fallo. Claudia era mi segundo nombre candidato para la cabra, pero se me fue la pinza y al final...

Besos (x3).

Anónimo dijo...

Joer!! Pues a mí me da cantidad de pena por la cabra!! :-(

Tuxina dijo...

En las relaciones a tres bandas siempre hay alguien que sufre, y este caso le tocó a la cabra :)

Besos.

Anónimo dijo...

Pues yo no me lo esperaba, me has dejado de piedra con el final. ¡Me ha encantdo la historia! Me pregunto cuál habrá sido la reacción del hombre al ver lo que tenían de cena ese día...

En fin, que feliz día de los enamorados a ti también, estés enamorada o no, aunque sea muy tarde.

Tuxina dijo...

Me alegro de que te haya gustado. :)
Y más vale tarde que nunca.

Besos.