Recobré el conocimiento rodeada de cascotes. Las fachadas de los edificios de la calle me ocultaban de la vista de la multitud de gente que corría sin rumbo fijo y gritaba por la calle.
Intenté moverme. Tenía los brazos doloridos, pero respondían a las órdenes de mi confuso cerebro, otra cosa fueron las piernas. Me costó un trabajo de mil demonios mover la derecha, tuve que tirar de ella con las manos y masajearla ligeramente para que recobrara medianamente la circulación. La izquierda se perdía debajo de una enorme piedra. Traté de moverla, pero era demasiado pesada para mí.
Me dejé caer en mi agujero maldiciendo. Poco a poco mi cuerpo iba despertando y eso implicaba que también me iba doliendo más. Miré a mi alrededor buscando algo que pudiera servirme de palanca. Nada.
La polvareda cubría todo el cielo. Parecía que estaba anocheciendo pero no lo podía asegurar. Cerré los ojos con la esperanza de que se me ocurriera una gran idea para salir de allí. Y entonces fue cuando sentí el golpe. Noté que algo se me clavaba en la boca del estómago dejándome sin respiración. Me incorporé y abrí los ojos para encontrarme con la cara llena de polvo de un hombre de unos cuarenta años. Se había caído en mi hoyo y me había clavado el codo en pleno estómago.
No se molestó en pedirme disculpas. Me miró, vió en qué situación estaba y enpezó a empujar la piedra que me atrapaba la pierna. La gabardina que llevaba no me lo dejaba ver con claridad, pero parecía un hombre bastante fuerte.
Apreté los dientes cuando noté que la piedra se desplazaba y arañaba los huesos. Tras varios empujones, el hombre pudo desplazarla lo suficiente como para que pudiese sacarla de allí.
- ¿Puedes caminar?
Me puse en pie y traté de apoyarme sobre las dos piernas, pero el latigazo de dolor que me recorrió el cuerpo hizo que cayera de nuevo al suelo.
El hombre me ayudó a levantarme de nuevo. Cuando estuvo seguro de que no me iba a volver a caer salió del agujero y me ayudó a salir a mí.
Y entonces vi todo el caos. Lo que antes había sido una idílica plaza ahora era un campo de batalla. La gente corría sucia y ensangrentada (eso los que podían correr) entre los edificios derruídos. El fuego devoraba lo que antes había sido la biblioteca municipal. Las cañerías reventadas regaban la parte de abajo de la plaza, un camión de reparto estaba volcado esparciendo su carga de detergentes junto a las fugas de agua haciendo que aquello pareciese una macabra fiesta de la espuma... un caos.
El hombre desconocido me cogió en brazos y comenzó a caminar esquivando los obstáculos. Curiosamente me dormí y no pude saber qué dirección tomaba.
Desperté en una habitación pequeña y sucia que tenía como única decoración una cama, una silla y una mesa. El hombre estaba sentado el la silla con lo que parecía un vaso de vino en la mano. Me miraba con tranquilidad, casi con aburrimiento.
- ¿Cómo te llamas? - me preguntó.
- Selenia.
- Bien Selenia, ¿de que parte estás tú?
- ¿De que parte? ¿De qué me estás hablando?
- Llevas un fusil de asalto, chaleco antibalas, no tienes nada que indique para quién trabajas...
Y en ese momento caí en que no recordaba nada. Recordaba a la gente con la que trabajaba habitualmente, recordaba dónde vivía, pero no recordaba por qué estaba en la plaza ni con quién. Si llevaba ropa de trabajo era porque cumplía algún encargo, pero no sabía cuál.
Me quedé pensativa unos minutos mientras el hombre me miraba esperando una respuesta.
- No lo recuerdo - dije finalmente.
El silencio se hizo incómodo mientras decidía si estaba mintiendo o decía la verdad.
- Bien Selenia, ¿sabes lo que ha pasado en esa plaza?
- No.
- Unos mercenarios de la zona franca han lanzado un ataque contra nosotros. No uno como los que llevan haciendo estos últimos meses, esta vez querían exterminarnos definitivamente.
- ¿Exterminaros? ¿Y quienes sois vosotros para que se haya montado todo esto? Con una acción discreta y rápida podían haber matado a cientos de personas. No era necesario llamar tanto la atención.
- Me voy a presentar. Mi nombre es Frank Bold, auque tal vez te suene más mi otro nombre, Duke.
Y me vino todo a la mente, el encargo, la planificación, el error, las explosiones. Ese hombre quería acabar con una de las empresas más poderosas de la zona franca, era inteligente, organizado y tenía un pequeño gran ejército a sus órdenes. Las instrucciones habían sido claras: "Acabad con Duke y con cualquiera que tenga algo que ver con él".
Y ahora tenía delante de mis narices al hombre al que tenía que matar. Estaba desarmada, coja y cansada. Desalentada miré al techo y oí cómo Duke abría la puerta y se iba.
Portaros bien.
9 comentarios:
Pues yo lo habría matado por la espalda en plan cobarde y rastrero...
Pero recuerda que estaba lisiada y desarmada. Además, si hubiese hecho eso no tendría capítulo 2.
Un beso.
Que putada, tu echa una mierda y el malo se larga sin decir ni siquiera adios, no hay derecho!
Por lo menos dale conversación para que no se marche asi sin mas, sería una opción.
Besos.
Oye, que tampoco quiero que Duke sea mi amiguito ni nada. Siento que no estais comprendiendo el "espírit" de este relato...
Besos.
No me entendiste, quería decir que le dieras conversación hasta que te encuentres mejor, y después cuando estés recuperada y el hombre más confiado, le cortas la cabeza.
Asi de simple. Ves que fácil? :p
Besiños.
Por muy lisiada que estés siempre puedes ir al baño. Y esa es la solución.
Arrancas el grifo de la ducha y con esa preciosa manguerita, generalmente cromada, lo ahorcas hasta que la llamada de la muerte le afloje los esfínteres.
Si eso falla, pues te coges un bote de desodorante, y cuando el deprevenido (y vil, y cabrón, y malnacido, y... , q para algo es enemigo de la Zona Franca Corp.) individuo acepte dejarte un mechero para encenderte un cigarro.... FLUUUOOOOSHHHHHH.
Le dejas la cara como una uva pasa.
Y te lo dice un mercenario, estos son mis "truquitos".
Vuestros métodos son tan... simples...
No sé todavía cómo va a continuar la historia, tampoco sé si el hombre va a morir, pero si lo hace me gustaría que fuera de una manera más espectacular.
The unknown man: ¿Esto... cómo sería la cosa según tú? Yo al tío lo voy ahogando con la manguera de la ducha, y cuando ya tenga marca en el cuello paro y le digo: "¿Tienes fuego?".
Si es que...
Un beso (x2)
¿¿¿¿¿tutastonta????? es que tengo que explicarlo todo.
A ver: NO, repito, NO tienes que hacer nmalabarismos. Que te conoczco y en mitad de la maniobra aun eres capaz de intentar morderle los huevos...o algo.
Lo del fluoshhh es alternativo, dejame que lo diga de nuevo: AL-TER-NA-TI-VO, a lo de la ducha.
Te doy posibilidades, opciones. Ese es mi trabajo: dar opciones cuando parece que no las hay.
Un besote.
Lo mío no es morder huevos, ¿por quién me has tomado? Una patada es un clásico que nunca pasará de moda.
Un beso
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