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10.4.10

La guerra

Allí, en aquel agujero sólo olía a pis, a sudor y a pólvora. Estaba incomodísimo, pero el sargento me había dicho que no me moviera y, después de todas las broncas que me había echado por la mañana, no quería llevarle más la contraria. Menudo carácter tenía ese hombre.

Durante los entrenamientos todo había sido mucho más divertido. Hacíamos gimnasia por la mañana, bien tempranito, y eso a mí me gustaba mucho porque siempre tuve tendencia a coger kilos y ahora ya había bajado dos tallas. Lo malo era la ropa. El primer día que nos vinieron a despertar para ir a correr yo me puse el chándal, uno gris que tengo que es muy cómodo, unas Adidas que me compré en las rebajas y una cinta para el pelo que me recomendó el dependiente para que no se me metiera sudor en los ojos. Pues así salí al patio y vi que todos llevaban la ropa que nos habían dado en el cuartel. Yo la había guardado con la intención de no ponérmela porque el verde me sienta fatal, aunque la intención la agradezco igual.

Esa mañana recibí la primera bronca del sargento. Me hizo ponerme la ropa que nos habían dado, con la mochila y el fusil y todo, que digo yo que si vamos a hacer deporte será mejor usar unas mancuernas o algo, pero un fusil no sé para qué nos va a servir.

También hacíamos prácticas de tiro, que ahí sí tiene sentido el fusil. No se me daban muy bien. Y es que encima lo hacíamos en el peor momento, por las tardes cuando daba el sol en la cara. Yo se lo comenté al sargento y me volvió a gritar. Si es que no se le puede decir nada.

Lo peor era la comida, porque yo estoy acostumbrado a la dieta macrobiótica y los primeros días tuve unas diarreas que no se las deseo ni a mi peor enemigo.

Y así pasaban los días hasta que el sargento nos anunció que nos íbamos al Frente. Por más que miré el mapa no vi el dichoso Frente, pero tampoco pregunté porque ya me dolía la cabeza de tanto grito.

Y aquí estamos ahora, metidos en este agujero. No sé cuánto falta para llegar al Frente, pero en cuanto lleguemos le digo al sargento que me voy a casa, que esto de la guerra no es para mí. El año que viene me voy a Ibiza con Borja.

7 comentarios:

si, bwana dijo...

¡Interesante relato! Estaré atento a la continuación a ver qué opina el sargento de la baja.

Jake dijo...

Hola, ¿es el Frente? Que me llame.

Tuxina dijo...

Sí, bwana: Creo que lo voy a dejar así de momento, un final abierto de estos que en el cine tanto molan (y preveo que los guionistas de Perdidos también echarán mano de él).

Jake: Ahora no se puede poner, pero mándeme cuarto y mitad de misiles tierra-aire, por favor.

Bicos(x2)

Inagotable dijo...

Queremos una versión cani del relato, con tanques que lleven alerones y neones xD

Tuxina dijo...

Y en vez de oir el atronador sonido de las bombas se oiría el infernal sonido del ringuitón. Que espanto...

Un bico

O. dijo...

Muy bueno...si señor...genial..
te seguiré de cerca..
Un saludo

Tuxina dijo...

¡Gracias! He estado echando un vistazo a tu casa y no pinta nada mal. Un día con más tiempo abriré los cajones y los armarios para cotillear a fondo.

Un bico