De pequeña me encantaba escribir. Todas las semanas escogía un tema y escribía sobre él.
Planteamiento. Nudo. Desenlace.
Eso es lo que me enseñaron que debía de tener toda buena historia, y eso es lo que hacía con todas las mías.
Empezaba pensando en el nudo. ¿Qué es lo que quiero que pase? ¿Quiero una historia de amor, de aventuras o de misterio? Cuando lo tenía claro bautizaba a los personajes y visualizaba los escenarios y las acciones.
Mis historias eran muy descriptivas. Describía todo lo que yo veía para que todo aquel que lo leyera pudiera verlo también. Me paraba mucho en las conversaciones, no quería que sonaran forzadas, pero sí que tuvieran un cierto tono literario. Buscaba esas frases que vistas en las películas o leídas en un libro quedan muy bien, pero en la vida real suenan raras.
El planteamiento ya era más complicado. ¿Qué era lo que había pasado para que en el nudo sucediera todo eso? Empezar no me suponía un excesivo problema, pero siempre fallaba en lo mismo: el momento en que el planteamiento deja de serlo para convertirse en nudo. Siempre quedaba forzado, artificial.
Y luego llegaba lo peor, el desenlace. No era difícil encontrar un final, la mayoría de las veces el final sale sólo, te lo pide la historia. Pero siempre lo hacía demasiado precipitado. Después de haberme esforzado tanto era como si mi mente se negara a seguir pensando más. Siempre flojeaba en los finales.
Los fines de semana hacía las ilustraciones. El sábado leía una y otra vez la historia, y cuando las imágenes estaban claras en mi mente las dibujaba.
A los doce años me aburrí y dejé de hacer esto.
No he cambiado mucho desde entonces. Ahora no se trata de escribir, se trata de vivir, pero los pasos son los mismos.
Pienso en algo que me gustaría hacer, lo visualizo, me veo haciéndolo.
Empezar me sigue resultando complicado, normalmente nunca veo la forma de llegar al nudo.
Y el final suele ser el mismo siempre, atolondrado. Y casi siempre me acabo cansando.
Es curioso, después de tantos años sigo siendo la niña que escribía historias.
Eso es lo que me enseñaron que debía de tener toda buena historia, y eso es lo que hacía con todas las mías.
Empezaba pensando en el nudo. ¿Qué es lo que quiero que pase? ¿Quiero una historia de amor, de aventuras o de misterio? Cuando lo tenía claro bautizaba a los personajes y visualizaba los escenarios y las acciones.
Mis historias eran muy descriptivas. Describía todo lo que yo veía para que todo aquel que lo leyera pudiera verlo también. Me paraba mucho en las conversaciones, no quería que sonaran forzadas, pero sí que tuvieran un cierto tono literario. Buscaba esas frases que vistas en las películas o leídas en un libro quedan muy bien, pero en la vida real suenan raras.
El planteamiento ya era más complicado. ¿Qué era lo que había pasado para que en el nudo sucediera todo eso? Empezar no me suponía un excesivo problema, pero siempre fallaba en lo mismo: el momento en que el planteamiento deja de serlo para convertirse en nudo. Siempre quedaba forzado, artificial.
Y luego llegaba lo peor, el desenlace. No era difícil encontrar un final, la mayoría de las veces el final sale sólo, te lo pide la historia. Pero siempre lo hacía demasiado precipitado. Después de haberme esforzado tanto era como si mi mente se negara a seguir pensando más. Siempre flojeaba en los finales.
Los fines de semana hacía las ilustraciones. El sábado leía una y otra vez la historia, y cuando las imágenes estaban claras en mi mente las dibujaba.
A los doce años me aburrí y dejé de hacer esto.
No he cambiado mucho desde entonces. Ahora no se trata de escribir, se trata de vivir, pero los pasos son los mismos.
Pienso en algo que me gustaría hacer, lo visualizo, me veo haciéndolo.
Empezar me sigue resultando complicado, normalmente nunca veo la forma de llegar al nudo.
Y el final suele ser el mismo siempre, atolondrado. Y casi siempre me acabo cansando.
Es curioso, después de tantos años sigo siendo la niña que escribía historias.
11 comentarios:
no se si te diste cuenta...pero sin querer me enseñaste como resolver mi situacion... auqneu todavia no tengo claro el nudo...
Me alegro de haberte ayudado, aunque no era consciente ni de que tuvieras un problema. :)
Tal vez que vaya mejor si no tienes claro el nudo. Haz un buen planteamiento y que las cosas vayan saliendo, seguro que te sale un desenlace sorprendente.
Un beso.
Pues si... como siempre vamos :p
Como he dicho siempre... Escribe... y coin eso solucionas los 2 problemas. Te visualizas como escritora y ya está.
No me refería a escribir, que ahora lo hago más, me refería a vivir, a los proyectos... :)
Un beso.
Mira que te complicas, con lo fácil que es escribir y punto!
Pero si lo haces muy bien niña, deja lo del planteamiento, nudo y desenlace para las profesoras amargadas del instituto.
Déjate llevar por el instinto escritor xD
Besiños.
Espero que no sigas eso al pie de la letra y hagas como en los comics de Claremont:
Que siempre sale el personaje diciendo las cosas que hace, como "estoy comiendo" o "bebo"...
Batusai: Sé que la mayor parte las cosas que te pasan en la vida vienen sin pensarlas, sin planearlas. Me refería más bien a las cosas con las que vas encaminando tu vida hacia ciertas metas. Para lograr un objetivo te lo planteas, desarrollas una seri de acciones para conseguir un fin, un desenlace. Si lo que esperas es que las cosas te vayan viniendo, no hagas planes, no tengas objetivos.
Y no, nunca hago borradores, para mí la primera es la buena :)
MeiGhiNha: Mira que no lo habeis acabado de entender. He hecho una comparación entre lo que hacía de pequeña escribieno y lo que hago ahora viviendo.
Si es que... hay que explicarlo todo.
Jake: No era TAN descriptiva. Lo justo y necesario.
Besos (x3).
Pues si que es verdad, la vida es como un cuento!
Lo mejor es que con un poco de suerte, el final se lo pones tú....
..y no me refiero a la muerte, sino al compendio....
Hay veces que tienes suerte y el cuento lo escribes tú, otras veces el cuento te viene escrito.
Lo importante es leerlo con gracia.
Un beso.
Eso de metas y objetivos en la vida, puede servir como motor para vivirla, pero no creo que sea un buen método para disfrutarla. Siempre que he pensado en metas y objetivos, me veo en medio de una carrera, con mucha competencia y stress. No creo que haya que poner listones y encasillar una serie de años para llegar a un sitio, y cuando llegas ¿que pasa?, ¿te sentiras realizad@ el resto de tu vida o buscaras otra meta para volver a dimensionar tu vida?. Siempre habrá que llegar a otro sitio, y cuando llegas te quedas en planteaminetos, porque descubres que no hay desenlaze, porque una vida de ese estilo se convierte en una secuencia planeada, y si el planteamiento de partida es erroneo estamos jodidos.
Por no mencionar el caso de que nunca se llegue a ningún sitio. Además el tiempo que disponemos es muy escaso como para gastarlo en pensar como vivirlo, pero bueno, el tiempo de uno sólo pertenece a ese uno y lo emplea como quiere.
Estaría bien vivir en un sitio donde sólo tuvieras que preocuparte en disfrutar de tu tiempo, y donde el presente fuese la meta y la salida, y donde el camino a recorrer estuviese lleno de flores y de sonrisas, y donde nunca te diese la sensación que has muerto a mitad del camino.
Zorpiento despierta.
Yo creo que todo se basa en metas, aunque sea inconsciemente todos nos las planteamos, siempre es más amena una vida sin metas, pero... ¿a dónde te lleva?
Besos.
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