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15.2.05

El viaje

Cuando el tren lanzó su interminable silbido se arregló la falda y se recostó en el asiento.
Había escogido un sillón al lado de la ventanilla, no porque le gustara mirar el paisaje, sinó porque el pasillo le daba claustrofobia.

Contempló a la gente en el andén.
Había una pareja besándose. Ella lloraba y le abrazaba con fuerza. Parecían muy enamorados.
Vio a un anciano arrastrar penosamente una enorme maleta.

Y el tren se puso en marcha. Primero con un traqueteo suave, luego avanzando más rápidamente. Cerró los ojos y disfrutó de la soledad del compartimento.

Se dio cuenta de que se había quedado dormida cuando el revisor la sacudió levemente.

-Señorita - le dijo. - Su billete, por favor, señorita.

Se puso colorada. Sabía que roncaba cuando dormía, y la avergonzaba que un extraño pudiese escucharlo.

Se estiró la falda, se puso derecha y se arregló el moño.

Volvió a mirar por la ventanilla. Prados verdes con vacas, ovejas y caballos. Cuando era niña su padre había comprado un caballo para su hermana y para ella. Fue el caballo más mimado de todo Hold Oeste. Lo fue hasta que su hermana tuvo una mala caida que le partió la nuca. Para que su madre se sientiera mejor sacrificaron al animal. Helena no volvió, pero su madre obtuvo una pequeña venganza.

Que recuerdos... Recuerdos de infancia. Fue la mejor época de toda su vida. Incluso después de morir Helena siguió siendo una niña alegre. Claro que su muerte la afectó, pero fue como si quisiese aportar a su hogar la alegría de las dos.

Sacudió la cabeza para alejar esos viejos recuerdos de su solitario vagón y cogió el libro que había tríado para el viaje: "Aire frío" de H. P. Lovecraft.
Comenzó a leer...

"Me pides que explique por qué siento miedo de la corriente de aire frío; por qué tiemblo más que otros cuando entro en un cuarto frío, y parezco asqueado y repelido cuando el escalofrío del atardecer avanza a través de un suave día otoñal. Están aquellos que dicen que reacciono al frío como otros lo hacen al mal olor, y soy el último en negar esta impresión. Lo que haré está relacionado con el más horrible hecho con que nunca me encontré, y dejo a tu juicio si ésta es o no una explicación congruente de mi peculiaridad..."

Dejó el libro a un lado al venir a su mente el recuerdo de Mauro. A él tampoco le gustaba el frío. Cuando estaban recién casados le hacía gracia su manera de acurrucarse junto a ella en los meses de invierno. Ahora le parecía una vida ajena, como si la mujer que se refugiaba en sus brazos no fuese ella misma. Era otra más inocente, más joven y sin experiencia en la vida.

Le conoció en una fiesta en casa de su prima Maribel. Tenía solamente 16 años y era la primera fiesta a la que asistiría con un traje largo, como una mujer, ya no como una niña. Comería en la mesa "de los mayores", escucharía conversaciones de adultos y lo más importante, podría bailar con chicos.

Y Mauro fue el segundo que le pidió un baile. Había estado bailando unos veinte minutos con un empleado de su padre que no le caía nada bien. Ya no sabía que hacer para escapar de su lado cuando apareció Mauro. Vestido de etiqueta, con su ronrisa resplandeciente y sus modales impecables.

- ¿Me concederías este baile?- le dijo mientras inclinaba ligeramente la cabeza.

Estaba muy guapo ese día. Bailó con él toda la noche. Rieron juntos, se contaron secretos... y se enamoraron.

Sus padres le aceptaron sin ningún reparo, para ellos era el yerno ideal, así que cuando decidieron casarse todo fueron bendiciones.

Recordaba esos años con cariño. Su primer año de casada fue una luna de miel constante. Regalos, mimos, palabras bonitas, y un bebé. Y entonces fue cuando todo cambió. Cuando apareció otra mujer a la que conquistar, a la que darle todos esos regalos, mimos y palabras.

Durante cinco años ignoró la situación, volcándose en su niña, su ángel de la suerte como la llamaba. Ignoró el olor a otra, las llegadas de madrugada, o directamente las ausencias...

La puerta del vagón se abrió y entró una mujer de mediana edad de la mano de un niño de unos siete años. Debió de poner mala cara porque la mujer se quedó parada en la puerta dudando por unos instantes si entrar o buscarse otro compartimento, pero finalmente entró y se sentó en el sillón de enfrente. No dijo nada durante todo el trayecto, tan sólo un tímido "Buenos días" al sentarse. El niño tampoco dijo nada. Debía de estar agotado porque se quedó dormido practicamente al instante.

Miró su carita llena de inocencia. Era pecoso, con cara de travieso. Tenía unos ojos muy azules y el pelo rubio oscuro. Era muy diferente a su niña, pero un dardo le atravesó el pecho cuando se puso una manita debajo de la mejilla y rodeó el pulgar de la que debía ser su madre con la otra, exactamente como hacía ella.

Cuando su nena cayó enferma se le vino el mundo encima. Empezó tosiendo mucho, pero como los catarros eran algo habitual en ella no lé quiso dar más importancia. La cuidó como lo hacía siempre. Pero empeoró. Cada vez tosía más, tenía fiebre y empezó a escupir sangre.

Su niña se murió poco después, y fue cuando decidió que ya nada la ataba a ese lugar. Empezaría de nuevo, una nueva vida, con gente nueva y nuevas ilusiones.

Así que cuando el tren la dejó en su destino cogió su maleta y caminó por el andén sonriéndole a todo lo nuevo que estaba ahí, que todavía no veía pero que poco a poco iría descubriendo.

Portaros bien.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Ohhhh pero que bonito y que triste a la vez :(

Debe ser muy duro perder a un hijo, no quiero ni pensar en todo el dolor que podría llevar esa mujer acumulado en su corazón.
Y de Mauro que fue? Es una pregunta sin respuesta...

Tuxina dijo...

Mauro tenía dónde consolarse.
Ella ya no tenía nada, por eso se marchó.

Un beso.

The unknown man dijo...

Esto parece antena 3 por las tardes... otra historia de mujer despechada, pobriña.

Entre niños muertos (2), caballos sacrificados,etc menuda historia. Tuxina..... es muy bonito pero, ¿no podría ser bonito sin tanta viscera y mal rollito no resuelto?

Besotes.

Tuxina dijo...

Si no me equivoco tu favorito es "Siente", y ese sí tiene rollito no resuelto.

Sé que es una historia un poco sangrienta, pero me apetecía probar cosas nuevas.

Me alegro de que te haya gutado. Espero que la que estoy preparando ahora, que no es nada triste, te guste igual o más ( a ver si supero la de "Siente".

Un beso.