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30.5.10

Ese bonito andamio grande

Por la mierda del amor a distancia, entre este año y el pasado he estado varias veces en París.


París es una ciudad que me gusta bastante, especialmente por la noche, y he tenido la suerte de visitarla de una forma guay.

Cuando estuve en Londres me pegué una panzada de caminar que me dejó sin ganas de turismo para una temporada. Encima, los degenerados de los extrajeros tienen la contumbre de cerrar los sitios interesantes a las seis de la tarde, así que como no te des algo de vidilla te jodes y te no ves casi nada.

En cambio lo de París fue muchísimo mejor. Cada vez que iba escogíamos uno o dos sitios para visitar, tranquilamente, sin prisas. Y con este plan visité casi todo lo que quería de la ciudad.

Cuando quedaba un último viaje (luego los planes cambiaron y el último lo haré en unos días) todavía no había ido a ver la Torre Eiffel, pero tampoco tenía ningún interés en ir.

Cuando les comentaba a mis amigos que no había ido y que no quería ir se echaban las manos a la cabeza. Con los ojos fuera de las órbitas clamaban al cielo mientras me llamaban insensata.

- ¡Es una visita obligada! ¡Aunque no te guste tienes que ir! ¡No puedes decir que estuviste en París y no viste la Torre Eiffel!

En fin, que a regañadientes fui. Estaba atardeciendo y aquello estaba de bote en bote. Llegué, la vi por un lado, la vi por el otro, me puse debajo para tener otro ángulo y me arrimé a una valla esperando a que mi burri se aburriera de estar allí.

Al poco rato encendieron las luces. Colorines por aquí y por allá en un espectáculo que haría las delicias de un epiléptico. Pero oye, las luces tenían su gracia.

Y poco después nos fuimos.


Ahora, con conocimiento de causa, puedo decir y digo que la Torre Eiffel es una mierda. Es un andamio enorme, pero un andamio al fin y al cabo. Y el único mérito lo tienen los electricistas por cablear todo ese armatoste, he dicho.

26.5.10

¿Y qué comes?

Sinceramente, la vida de los demás no me interesa ni lo más mínimo.

Si es una persona recién conocida o con la que trato poco, lo único que necesito saber es su nombre, y a veces ni siquiera eso. Esta gente no sabe nada de mí.

Cuando el contacto con la gente es algo máyor, de conversar todos los días, de alguna actividad en común, etc., los datos de que dispongo son más. Hablan de sus parejas, sus hijos, dicen dónde viven, aficiones, y entonces involuntariamente recopilo más información, pero también me sobra bastante. Este grupo sabe de mí mi nombre y algunos la zona donde vivo y pocas cosas más.

Luego están esas personas que son más que conocidos pero menos que amigos (todavía no tengo una palabra para denominarlas). Por el contacto que tengo con ellos, bien directamente o a través de otra gente, lo que sé de ellos es más. Normalmente la vida de esta gente tampoco me preocupa. El interes que despierta en mí este grupo es por cómo afectan sus andanzas y aventuras a amigos y familiares, nada más. Estos saben de mí bastantes cosas, pero casi nunca por mí.

Luego están mis amigos. Tengo la poca suerte de tenerlos a todos bastante lejos, pero sí me interesa saber cómo les van las cosas en sus trabajos, en sus amoríos, en sus ciudades... No me gusta preguntar directamente más allá de eso, prefiero que me cuenten lo que ellos consideren oportuno. Con saber que su vida en general está bien me doy por satisfecha. A veces me cuentan algún problema que han tenido, como suelen hacer los amigos, y entonces sí pregunto más allá de lo general. Mis amigos saben mucho de mí, y me gusta que sea así.

El último grupo es la familia, teniendo en cuenta que para mí la familia acaba en el segundo grado, es decir, el hermano de mi madre ya no es mi familia, es un pariente. A mi familia les cuento mucho de mí. Suelo omitir algunas cosas porque de todo hacen un drama y así les ahorro preocupaciones, pero están muy infomados de mis idas y venidas, de la gente con la que trato y mis planes en general.

Este es un concepto similar a los círculos de confianza que Robert de Niro explicaba en "Los padres de la novia". A cada grupo le corresponde un círculo, y no me gusta que gente que pertenece a un nivel de confianza intente forzar y meterse en otro que no le corresponde, es entonces cuando soy cortante y arisca.

Todo esto viene a que hay una señora perteneciente al grupo dos que intenta saltarse a la torera todas mis reglas. Pregunta sin cesar, le interesa todo de mi vida, pero creo que ya ha alcanzado el tope en la escala de cotilleo.

Me estaba explicando que cuando sus hijas y su marido no están en casa no hace de comer, se hace un bocadillo o similar y andando. Uno de los datos que tiene sobre mí es que vivo sola (dichoso amor a distancia), así que puedo imaginar el proceso mental que la llevó a preguntarme: ¿Y tú que comes?

Lo más parecido lo hace mi madre cuando me llama y me pregunta eso mismo, pero ella está en el primer nivel y esta señora tres niveles más alejada.

Dichosa ansia de saber cosas que no interesan a nadie...

18.5.10

Mila

Hay días, como hoy, que me encuentro muy muy triste.

Estoy triste porque no comprendo la maldad humana.

Me he aburrido ya de decir que cada día que pasa me avergüenzo más de pertenecer a esta especie cruel que no aporta al mundo más que destrucción e inquina.

Hoy en las noticias conocía el caso de Mila.


Mila es una perrita encontrada en Servia bajo un coche con las cuatro patas amputadas. Llevaba ya siete días sin comer ni beber. Padecía neumonía, detectaron bacterias en su sangre y presentaba signos de deshidratación e inanición. Todo apunta a que esta terrible maldad la cometieron varias personas y que luego arrojaron al animal bajo un coche para que muriera.

¿Qué es lo que pasa por la cabeza de bastardos de este tipo en esos momentos? Mi imaginación no llega tan lejos.

Ahora científicos valencianos pretenden hacer unas prótesis para que Mila pueda volver a caminar.

Todavía quedan muchas Milas. Animales anónimos que nunca recibirán ayuda, morirán en cunetas y descampados después de recibir palizas, amputaciones, pedradas y todos los malos tratos que la mente humana sea capaz de imaginar.

Más.

8.5.10

El príncipe de las pelotas

Había una vez un pequeño pais llamado España.


En ese bonito reino se practicaban multitud de deportes, ninguno tan chulo como el curling, pero los que había estaban muy bien. Pero a la hora de verlos por televisión, la gran mayoría se decantaba por uno: el futbol.

También había muchísimos equipos de futbol, pero se podía hacer una gran división del pais entre los que animaban al Barça y los que animaban al Madrid. Y se llevaban fatal, claro.

Al llegar los lunes, tras la jornada de liga correspondiente, los telediarios comentaban los partidos disputados durante el fin de semana. Aunque los periodistas deben ser objetivos era inevitable detectar los favoritismos, especialmente en una joven cadena llamada Cuatro.

La información deportiva de Cuatro duraba tanto como la información general, la del tiempo y el programa de Ana Rosa todo junto, y la mayoría de ese tiempo, además de poner vídeos chorras, lo invertían hablando del Madrid.

Pero un buen día llego a España un apuesto príncipe llamado Cristiano Ronaldo y la gente de Cuatro cayó presa de un hechizo de amor. Era comprensible, Cristiano era mejor jugador que Pelé, más guapo que Beckham e iba mejor peinado que Mijatovic. Lo tenía todo.

A partir de ese día las noticias deportivas cobraron una nueva dimensión. Era importante saber cuántos abdominales hacía Cristiano al día, cuál era su equipamiento deportivo, si cargaba a la izquierda o a la derecha... todo era fundamental.


Esta bonita historia de amor continúa hoy día. Y esta es la explicación de por qué no veo los deportes de Cuatro.

3.5.10

La movie del oso cavernario

Lo diré sin rodeos. Es la peor adaptación al cine que he visto en mi vida, y mira que he visto casi todas las adaptaciones de Stephen King, que son un sacrilegio, pero esto... esto no tiene nombre.

Los personajes son un despropósito. Los Neandertales se diferenciaban de los Otros porque eran morenos y despeinados, pero para estar en el Paleolítico iban mejor depilados que yo. Con que se hubiesen currado unas caretas casi me hubiese valido. El Planeta de los Simios es de veinte años antes y le da mil vueltas en la caracterización.

Teóricamente, apenas hablaban, utilizaban sonidos para las palabras clave y se expreaban sobre todo con gestos, pero en la película se echaban unas parrafadas que ríete tú de Hugo Chávez.

El guión es una mierda pinchada en un palo. Los acontecimientos estaban desordenados y, cuando no les coincidían bien las cosas se las inventaban. Si no has leído el libro no se entiende nada, no se sabe el por qué de las cosas.

Escoger a Daryl Hannah para Ayla sólo tiene de bueno que es rubia y con ojos azules. En el libro es una tía inteligente, valiente e ingeniosa, en la película sus únicos conocimientos de medicina son que sabe enrrollar un trozo de cuero alrededor de una pierna. Hasta su habilidad de tiradora de honda parece cutre tal como la cuenta Michael Chapman.

En resumen: si no has leído el libro no la veas, porque no te vas a enterar de nada, si has leído el libro no la veas porque te revuelve las entrañas.

Nota: 0,5

1.5.10

El clan del oso cavernario

Ayla es una niña Cro-magnon de unos cinco años que pierde a su familia en un terremoto.

Deambula durante un tiempo hasta que es herida por un león cavernario y, a causa de la infección provocada por la herida, el hambre y la sed cae inconsciente.

Al mismo tiempo, el Clan del Oso Cavernario, un pueblo de Neandertales abandona su cueva, destruida por el mismo terremoto. Inician un viaje de búsqueda de su nuevo hogar y, en el camino, encuentran a Ayla.

El libro relata la vida de Ayla durante su niñez tras ser adoptada por el Clan, su aprendizaje de la forma de comunicación Neandertal, las costumbres, su medicina y ritos. Iza, la mujer que cura, y el Mogur Creb, el hombre santo, se convierten en sus padres adoptivos, guiándola en el difícil cambio al que se enfrenta y protegiéndola de los prejuicios de los miembros de la tribu que ven en ella a una chica fea, alta y demasiado rara.

Este es un libro que da muy buen comienzo a la serie de Los Hijos de la Tierra, ya que es una historia muy atractiva y excelentemente documentada. Jean M. Auel, la autora, es muy descriptiva en sus escritos, pero casi nunca se hace pesado. Si tuviera que buscar un defecto al libro sería que repite demasiado las enumeraciones. En su ansia por describirlo todo fielmente enumera plantas y las describe, enumera animales y los describe, enumera personas y las describe, enumera, enumera, enumera.

El libro me gusta porque es muy fácil sumergirse en el mundo del paleolítico que la autora recrea. los personajes son muy atrayentes, incluso al villano se le llega a tener aprecio. Durante la lectura, los logros de Ayla me alegraban como si fuesen míos, lo que es importante porque me sentía como parte integrante de la acción y no una mera espectadora, que es algo difícil de lograr con un libro.

Recientemente he descubierto que este libro ha sido adaptado al cine con Daryl Hannah en el papel protagonista. Buscaré la película para comentarla también, pero en principio puedo decir que Daryl como protagonista me parece una buena elección.

Es un libro que recomiendo. Le doy un 9,2.